La sexualidad es una función compleja que involucra los aspectos físico, psicológico, interpersonal y del comportamiento de un individuo. Es importante reconocer que un funcionamiento sexual "normal" cubre una amplia gama de factores. A fin de cuentas, la sexualidad la define cada paciente y su pareja de acuerdo con la edad, el sexo, las actitudes personales y los valores religiosos y culturales.
Muchos tipos de cáncer y sus tratamientos pueden causar disfunción sexual. Las investigaciones demuestran que cerca de la mitad de las mujeres que han sido tratadas por cáncer ginecológico y cáncer de mama padecen de disfunción sexual a largo plazo.
Los hombres que han sido tratados de cáncer de próstata han informado haber tenido problemas de disfunción eréctil que varía dependiendo del tipo de tratamiento recibido.
Las causas más comunes de disfunción sexual a menudo tienen origen físico y psicológico. Los problemas sexuales más comunes que experimentan las personas con cáncer son la pérdida del deseo sexual en hombres y mujeres, problemas para alcanzar una erección y mantenerla en los hombres, y dolor durante el coito en las mujeres.
Los hombres también pueden verse afectados por la incapacidad de eyacular, eyaculación retrógrada a la vejiga o imposibilidad de alcanzar un orgasmo. Las mujeres pueden sufrir cambios en la sensibilidad genital por dolor, falta de sensibilidad y adormecimiento, o capacidad reducida para llegar al orgasmo.
Con más frecuencia, tanto hombres como mujeres aún son capaces de tener orgasmos, aunque pueden retardarse por efecto de los medicamentos o de la ansiedad.
A diferencia de otros efectos secundarios físicos del tratamiento del cáncer, es posible que los problemas sexuales no se solucionen en los primeros dos años de supervivencia sin enfermedad, por lo que pueden interferir con el regreso a una vida normal. Los pacientes que se recuperan del cáncer deben tratar en detalle sus preocupaciones sobre dichos problemas sexuales con un profesional de la salud.
Muchos pacientes sienten temor o ansiedad sobre su primera experiencia sexual después del tratamiento. Estos estados pueden hacer que los pacientes eviten la intimidad con la pareja, las caricias y la actividad sexual.
La pareja también puede sentir temor y ansiedad en iniciar actividades que se consideren como mecanismo de presión para llegar a la intimidad o que puedan causar molestias físicas. Los pacientes y sus parejas deben hablar sobre sus preocupaciones con el médico y otro profesional de la salud cualificado. Es muy importante la comunicación sincera de los sentimientos, las preocupaciones y las preferencias.
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