Los científicos, dirigidos por Elizabet Spaepen, compararon las capacidades de individuos nicaragüenses sordos que se comunicaban a través de gestos desarrollados por ellos mismos, con los de hablantes hispanos con audición no escolarizados en Nicaragua y usuarios sordos del Lenguaje de Signos Americano (LSA) en una serie de tareas de números y comunicación para separar los efectos de la educación, cultura y uso de un lenguaje convencional.
Los investigadores descubrieron que mientras que los creadores de signos nicaragüenses mostraban algún conocimiento del valor del dinero, no podían representar o reproducir de forma consistente conjuntos de objetos no monetarios más grandes de tres.
Los hablantes de español sin sordera y no escolarizados y quienes empleaban el lenguaje de signos americano rendían mejor que los creadores de signos al expresarse en grandes números de forma precisa y en emparejar el número de objetos en un conjunto con el número en otro conjunto.
Estudios previos señalan que las personas de sociedades amazónicas que carecen de palabras para números mayores de cinco son incapaces de representar grandes cantidades exactas pero los investigadores señalan que estos descubrimientos podrían basarse en diferencias culturales en vez de en el uso de un lenguaje que carece de un vocabulario rico en números.
Debido a que los creadores de signos nicaragüenses están inmersos en una cultura que valora los números exactos, los autores sugieren que las dificultades de estas personas en la comprensión de grandes números podría estar unida al lenguaje. Las herramientas simbólicas y lingüísticas como sistemas numéricos y de contabilidad podrían ser esenciales para que las personas comprendieran y comunicaran cantidades grandes exactas.
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