El equipo del doctor Steven Lipshultz, jefe de Pediatría de la Universidad de Miami, revisó datos de gobiernos, grupos, literatura científica, casos registrados y artículos publicados en medios de información general y de negocios. En su informe, señalan que algunas de estas bebidas tienen entre cuatro y cinco veces más cafeína que la soda y dicen que algunos menores consumen entre cuatro y cinco bebidas diarias.
Esta investigación apunta también que las bebidas energéticas suelen contener ingredientes que pueden aumentar los efectos excitantes de la cafeína o que puede tener otros efectos secundarios, entre los que se incluyen las nauseas y la diarrea.
Así, recomiendan que los pediatras pregunten, de forma rutinaria, a los pacientes y a sus padres sobre el uso de bebidas energéticas y les adviertan de sus efectos. "Debemos desaconsejar su consumo diario", ha dicho Lipshultz.
Asimismo, ha pedido que se regulen estos productos de forma tan estricta como el tabaco, el alcohol o la prescripción de fármacos. "Para la mayoría de los niños, adolescentes y adultos jóvenes, no están establecidos cuáles son los niveles seguros de consumo", apunta.
Las bebidas energéticas aparecieron en el mercado hace ahora más de 20 años y su consumo ha sido el de más rápido crecimiento dentro del sector de las bebidas. Se espera que las ventas de 2011 lleguen a los 9.000 millones de dólares (unos 6.655 millones de euros), según este informe, que sugiere que cerca de un tercio de los adolescentes y jóvenes consume estos productos de forma regular. Sin embargo, aún faltan investigaciones sobre los riesgos a largo plazo de su uso y sus efectos en niños, sobre todo en aquellos con enfermedades que puedan aumentar estos riegos.
La American Association of Poison Control Centers adoptó a finales de 2010 una serie de códigos para comenzar a contabilizar las sobredosis con bebidas energéticas y sus efectos secundarios en todo el país. De octubre a diciembre se registraron un total de 677 casos. Este año ya llevan contabilizados 331 casos, la mayoría en niños y adolescentes, viéndose implicados en un cuarto de ellos niños menores de seis años, según datos de este grupo de control de intoxicaciones.
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