La nicotina, principio activo del tabaco, es una droga adictiva y, como tal, tiene las características de otras drogas: tolerancia, dependencia farmacológica y psicológica y síndrome de abstinencia.La nicotina se distribuye rápidamente en la sangre y en los tejidos y tiene inmediatos efectos sobre el sistema nervioso central.
Además, actúa sobre el sistema cardiovascular y sobre el sistema gastrointestinal. Por su parte, el síndrome de abstinencia puede producir síntomas como nerviosismo, irritabilidad, agresividad, cansancio, ansiedad, vértigos, dificultad de concentración, trastornos del sueño y alteraciones del apetito.
La mayoría de estos síntomas se manifiestan con mayor intensidad entre las veinticuatro y las cuarenta y ocho horas después de dejar de fumar y van disminuyendo, paulatinamente, en las semanas siguientes.
Más de 46.000 personas mueren en España cada año por problemas relacionados con el consumo de tabaco. Actualmente, se atribuyen al tabaquismo el 30% de las muertes por todos los cánceres, el 85% de las producidas por cáncer de pulmón, el 35% de las causadas por cardiopatía isquémica y el 90% de las producidas por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Un cigarrillo encendido produce dos tipos de corrientes: una primaria, que pasa al interior del fumador activo cada vez que este da una "calada"; y una corriente secundaria, formada por el humo que escapa del cigarrillo, que afecta también a personas no fumadoras que conviven con fumadores.
Tanto en una como en otra corriente, se han descrito más de cuatro mil quinientos componentes tóxicos, de los cuales, al menos cincuenta, han demostrado ser carcinógenos.
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