Para constatar esta asociación, el profesor de Psicología Ed Diener, analizó diferentes estudios a largo plazo con humanos, algunas pruebas experimentales en las que también se incluían animales y otras investigaciones que evalúan la estado de salud de personas estresadas por fenómenos naturales.
"Se revisaron ocho tipos diferentes de estudios", ha explicado Diener, reconociendo que "la conclusión general es que el bienestar es subjetivo --a diferencia del estrés o la depresión-- y, en cada caso, contribuye tanto a la longevidad como a una mejor salud entre la población sana".
Uno de estos estudios, en el que participaron casi 5.000 sujetos desde su etapa universitaria hasta que tuvieron más de 40 años, mostró que aquellos que fueron más pesimistas solían morir más jóvenes que sus compañeros.
En otra investigación más a largo plazo, en la que se realizó un seguimiento a 180 monjas desde jóvenes hasta la vejez, se observó también que aquellas que escribieron autobiografías positivas a los 20 años tienden a sobrevivir más que las que quienes recordaban de forma más negativa su vida juvenil.
De este modo, y salvo algunas excepciones, en la mayoría de los estudios a largo plazo Diener y su equipo encontraron que factores como la ansiedad, depresión, falta de disfrute de las actividades diarias y el pesimismo estaban siempre asociados a unas mayores tasas de enfermedad y una vida más corta.
Los estudios en animales también demostraron un fuerte vínculo entre el estrés y la mala salud ya que, por ejemplo, se observó que aquellos pájaros que vivían en jaulas con otros miembros de su especie presentaban más estrés, siendo además susceptibles de padecer enfermedades cardiacas, tener sistemas inmunes más débiles o morir más jóvenes.
Por otro lado, los experimentos realizados con humanos en laboratorio mostraron igualmente que los estados de ánimo positivos reducen las hormonas relacionadas con el estrés, aumentan la función inmune y favorecen una pronta recuperación del corazón después del esfuerzo.
En otros estudios, los conflictos conyugales y la hostilidad en las parejas casadas se asociaron con una curación más lenta de las heridas y una peor respuesta inmune.
"Yo estaba conmocionado y, sin duda, me sorprendió al ver la consistencia de estos datos", ha reconocido Diener, después de que "diferentes tipos de estudios apunten a la misma conclusión: que la longevidad y la salud están influenciados por nuestros estados de ánimo".
No obstante, reconoce que "la felicidad no es una bala mágica" ya que no puede por sí misma prevenir o curar una enfermedad, si bien se observa que "la evidencia de que las emociones positivas y el disfrute de la vida contribuyen a una mejor salud y una vida útil más larga es más fuerte que los datos que vinculan la obesidad con la reducción de la esperanza de vida", ha añadido.
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