El cáncer triple negativo es un subtipo de cáncer de mama caracterizado por la falta de estrógenos, progesterona y de la expresión del HER2. Supone entre el 10 y el 20 por ciento de todos los cánceres de mama y está asociado con un pronóstico extremadamente pobre, dada la falta de dianas terapéuticas para terapias.
Según explica la investigadora postdoctoral Amanda Phipps, del Fred Hutchinson Cancer Research Center, "el cáncer de mama no es sólo una enfermedad, es una compleja combinación de varias enfermedades". "El hecho de que hayamos encontrado una asociación con el cáncer de mama triple negativo es único porque, biológicamente, este subtipo es muy diferente de otros cánceres de mama", dice.
Los epidemiólogos han señalado durante mucho tiempo la relación que existe entre la obesidad y el incremento del riesgo de cáncer de mama tras la menopausia, así como el descenso de este riesgo que aparece cuando aumenta la actividad física. Se creía que la relación entre tejido adiposo y estrógenos contribuía a este riesgo.
El equipo de Phipps analizó los datos de 155.723 mujeres participantes en la Women's Health Initiative. Los investigadores evaluaron los niveles basales de índice de masa corporal (IMC) y la actividad física entre 307 mujeres que padecían un cáncer triple negativo y entre 2.610 con un cáncer de mama con receptores de estrógenos positivos.
Los resultados han demostrado que las mujeres con los mayores IMC tenían un 35 por ciento más de riesgo de desarrollar un cáncer triple negativo y un 39 por ciento más posibilidades de padecer un cáncer de mama con receptores de estrógenos positivos.
Las pacientes que registraron altas tasas de actividad física presentaban un 23 por ciento menos de riesgo de sufrir un cáncer de mama triple negativo y un 15 por ciento menos de padecer este cáncer con receptores de estrógeno positivos.
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