En el estudio participaron 160 mujeres de entre 45 y 65 años que fueron divididas en dos grupos dietéticos: uno recibió 75 gramos diarios de manzanas desecadas durante un año y el otro grupo comió ciruelas desecadas también a diario ese mismo año. Los autores tomaron muestras sanguíneas a los 3, 6 y 12 meses.
Según explica Margaret A. Sitton, responsable del estudio, "se produjeron increíbles cambios en las mujeres que comían manzanas a los 6 meses, ya que experimentaron un 23 por ciento de disminución en el colesterol LDL, el denominado colesterol malo". El consumo diario de manzanas también condujo a una reducción de los niveles de hidroperóxido lípido y de proteína C reactiva en estas mujeres.
"Nunca esperé que el consumo de manzanas redujera el colesterol malo en esta medida mientras que aumentaba el colesterol bueno en alrededor de un 4 por ciento", señala Bahram Arjmandi, coautora del estudio. Otra ventaja es que las 240 calorías extra al día procedentes del consumo de la manzana desecada no condujo a un aumento de peso en las mujeres, sino que, en realidad, perdieron una media de 1,5 kilogramos.
"La reducción del peso corporal es un beneficio añadido al consumo diario de manzanas", añade Arjmandi. Parte de la razón de la pérdida de peso podría ser la pectina de la fruta, que se conoce por provocar una sensación de hartazgo. El siguiente paso para confirmar los resultados de este estudio es un estudio nacional entre múltiples investigadores.
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