Así lo ha anunciado la comisaria de Investigación, Innovación y Ciencia, Máire Geoghegan-Quinn, ya que el estudio ha sido financiado con fondos de la Unión Europea a fin de avanzar en el tratamiento de esta enfermedad, que afecta cada año a más de 225 millones de personas en todo el mundo y provoca cerca de 800.000 muertes.
En concreto, en este estudio, en el que han colaborado investigadores de diferentes países, incluido España, se ha observado que el parásito de la malaria depende de una vía de señalización presente en las células hepáticas del huesped y en los glóbulos rojos para poder proliferar en él.
Para ello, el parásito secuestra para sus propios fines a las kinasas (enzimas) activas en las células de los seres humanos. Sin embargo, cuando los investigadores utilizaron unos agentes quimioterápicos llamados inhibidores de la kinasa para tratar los glóbulos rojos infectados por la malaria, se consiguió frenar al parásito.
Hasta ahora, el parásito de la malaria conseguía ganar la batalla desarrollando rápidamente una resistencia a los fármacos mediante mutaciones y escondiéndose del sistema inmunitario del hígado y los glóbulos rojos del organismo huesped donde prolifera.
En cambio, el hecho de que el parásito tenga que secuestrar algunas de las enzimas de la célula en la que vive abre perspectivas para una nueva estrategia de lucha contra la enfermedad.
En vez de apuntar al parásito, el objetivo pasa ahora por hacer que las células del organismo huesped le resulten inútiles, bloqueando las kinasas presentes en ellas. De ese modo, se frustra la estrategia principal del parásito para desarrollar la resistencia a los fármacos.
YA HAY VARIOS EN INVESTIGACIÓN
Actualmente ya se utilizan clínicamente varias quimioterapias inhibidores de la kinasa en tratamientos contra el cáncer, y muchos más han pasado ya los ensayos clínicos de fase I y fase II. Aun cuando esos medicamentos tengan efectos secundarios tóxicos, siguen utilizándose en tratamientos contra el cáncer durante largos períodos.
En el caso de la malaria, que requeriría un período de tratamiento más corto, el problema de la toxicidad sería menos grave. Por consiguiente, los investigadores proponen que se analicen inmediatamente las propiedades antimalaria de esos medicamentos para reducir de forma drástica el tiempo y el dinero necesarios para poner en práctica esta nueva estrategia de lucha contra la malaria.
Las próximas etapas consistirán en movilizar a socios públicos e industriales para comprobar la eficacia de los inhibidores de la cinasa en pacientes con malaria y adaptar la dosificación mediante ensayos clínicos antes de que puedan autorizarse los nuevos tratamientos y ponerse a disposición de enfermos de malaria en todo el mundo.
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