El informe establece que el brote procede de "una bacteria introducida en Haití como resultado de la actividad humana, más específicamente, de la contaminación del río Artibonite con un extraño patógeno del tipo 'vibrio cholerae' del Sur de Asia".
Este agente habría sido trasladado al río "como resultado de la contaminación medioambiental con heces", debido a los precarios saneamientos del campamento de la Misión de Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), ubicado en Mirebalais, que "no fueron suficientes" para prevenir el contacto de los detritos con el río.
No obstante, "los deficientes sistemas de saneamientos, sanidad y suministro de agua", así como el uso de estas aguas por parte de la población para beber, cocinar, asearse y recrearse, habrían contribuido también a la "explosiva propagación" de la enfermedad.
En consecuencia, el panel ha concluido que la epidemia de cólera en el país caribeño tiene su origen "en un cúmulo de circunstancias, como las descritas anteriormente, sin que sea atribuible al fallo o a la actuación deliberada de un grupo o un individuo".
En este sentido, el portavoz del Departamento de Paz de Naciones Unidas, Michel Bonnardeaux, ha subrayado que "no hay ninguna evidencia científica que vincule el brote con la MINUSTAH, ya que cualquier persona que transportase la cepa podría haberla introducido en el río".
A pesar de ello, los expertos han recomendado al personal de la organización internacional destacado en Haití que siga un tratamiento de antibióticos antes de abandonar el país, así como mejorar las condiciones de higiene del campamento.
Esta investigación fue suscitada por los propios haitianos, que acusaron a los cascos azules nepaleses de introducir la enfermedad, versión que fue confirmada parcialmente por dos estudios independientes de médicos franceses y estadounidenses.
Hasta el momento, el cólera ha acabado con la vida de 4.800 haitianos. Las autoridades temen que continúe la propagación de la dolencia, ya que gran parte de la población sobrevive todavía en los campamentos provisionales que se levantaron tras el devastador terremoto de enero de 2010, en el que murieron 300.000 personas.
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