Y es que, según aseguran el doctor Jean-Vivien Mombouli, del Laboratorio Nacional de Salud Pública de Brazzaville, en el Congo, y Stephen Ostroff, del Departamento de Salud de Harrisburg, en Pennsylvania (Estados Unidos), es mejor conservarlas para poder estar prevenidos ante una posible pandemia.
El último cuadro de viruela se detectó en 1977 y tres años más tarde, en 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la erradicación oficial de la enfermedad.
Sin embargo, según recuerdan, esto conlleva que actualmente más de la mitad de la población mundial naciesen después de dicha fecha y, por tanto, no están inmunizados contra esta enfermedad.
Por ello, y ante la posibilidad de que pueda reaparecer el virus en un ataque de bioterrorismo o a través de un foco desconocido de la enfermedad, estos investigadores defienden que es necesario conservar las últimas muestras del virus, en contra de las voces que defienden que se fije una fecha para su destrucción.
Actualmente, las últimas muestras están almacenadas en los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, en sus siglas en inglés) y en el Centro de Investigación de Virología y Biotecnología en Rusia.
Sin embargo, explican estos científicos, "los últimos avances en el desarrollo de medidas de contención del virus se han conseguido en la última década, por lo que no se pueden truncar los esfuerzos investigadores realizados hasta ahora".
Además, añaden, estas medidas de contención también han resultado beneficiosas para implementar nuevas medidas de salud pública.
0 comentarios:
Publicar un comentario