Según explica Paul Shaw, coautor del estudio, "es interesante que NOTCH, una proteína que tiene un papel tan importante en el desarrollo, también tiene importantes funciones en el cerebro adulto. Para nuestra sorpresa, descubrimos que si la actividad de NOTCH se fomenta en el cerebro de las moscas de la fruta a las que se ha impedido dormir, las moscas pueden continuar ágiles y aprender después de no dormir. Se comportan como si hubieran dormido toda una noche".
Los investigadores evaluaron la capacidad de las moscas para aprender emparejando un estímulo negativo, como quinina química que las moscas prefieren evitar, con un estímulo positivo, como la luz que los insectos buscan de forma instintiva. Cuando se ofrecía una oportunidad de entrar en un tubo oscurecido o en uno iluminado con quinina, las moscas que aprendían suprimían su deseo natural a elegir la luz.
Las moscas, como los humanos, muestran un declive progresivo en el rendimiento cognitivo durante un día sin sueño. La alteración prolongada del sueño produce un descenso mucho más agudo en el aprendizaje.
El equipo de Shaw se interesó por NOTCH cuando descubrieron que la deprivación del sueño en las moscas causaba un aumento de la actividad en un gen que suprime NOTCH. Descubrieron un aumento similar en los humanos tras la pérdida de sueño. Los investigadores mostraron que cuando ese supresor se desactiva genéticamente, permitiendo un aumento de la actividad de NOTCH, las moscas continuaban aprendiendo incluso cuando estaban deprivadas de sueño.
Para confirmar la implicación de NOTCH en estos procesos, Shaw y el autor principal del estudio, Laurent Seugnet, actualmente en el Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon (Francia), analizaron dónde se producía la proteína en el cerebro. Descubrieron que en las moscas de la fruta adultas, las células cerebrales especializadas conocidas como glía producen NOTCH.
Los científicos han considerado la glía como un apoyo pasivo de las células que simplemente nutre y abastece a las neuronas. Según Shaw, este estudio y otros han hecho a los científicos reconsiderar cómo podría participar de forma activa la glía en ciertos procesos mentales, incluyendo el sueño.
"Podríamos dirigirnos a la glía para reducir o ralentizar los deterioros cognitivos asociados con una mayor vigilia, lo que permitiría a personas como las del personal de emergencias y los controladores aéreos mantenerse despiertos y funcionales durante periodos extensos de tiempo", apunta el investigador.
Shaw concluye que si la modificación de la glía puede ralentizar los resultados negativos asociados con una vigilia prolongada, esto podría suponer una forma más natural de ayudar a las personas a mantenerse despiertas en vez de utilizar de forma directa a las neuronas.
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