La edad por sí sola ya no debe ser considerada como factor decisivo a la hora de determinar si un paciente de edad avanzada con cáncer de sangre es un buen candidato para recibir un trasplante de células madre, según los resultados de un estudio elaborado por el Fred Hutchinson Cancer Research Center que publica esta semana la revista 'JAMA'.
En dicha investigación, sus autores han analizado una serie de ensayos clínicos en pacientes mayores de 60 años tratados con minitransplantes, una forma más suave de trasplante alogénico (de células de donantes).
"La edad ya no es una barrera para el trasplante alogénico", afirma Mohamed Sorror, miembro de la División de Investigación Clínica del Centro Hutchinson, y coautor del estudio. Sorror y sus colaboradores observaron que las tasas de supervivencia, en cinco años, de la enfermedad, tras los minitrasplantes en los pacientes, fue de un 35 por ciento.
Los pacientes, divididos en tres grupos de edad - 60 a 64, 65 a 69 y de 70 a 75 - tuvieron tasas de supervivencia comparables, lo que sugiere que la edad juega un papel limitado en la forma en que los pacientes toleran el minitrasplante. El aumento de los problemas médicos no relacionados con el cáncer (comorbilidades) y un mayor grado de agresividad del cáncer fueron los dos factores que afectaron a la supervivencia entre los pacientes de mayor edad.
"La mayoría de los pacientes fueron referidos para un trasplante después de haber agotado todas las formas de la terapia convencional", explica Sorror, que trabaja en el grupo de investigación dirigido por Rainer Storb, quien desarrolló el minitrasplante, "además del margen de mejora, en particular con respecto a la recaída, estos resultados son alentadores, dada la mala evolución de los tratamientos sin trasplante, especialmente en pacientes con alto riesgo de leucemia mieloide aguda, leucemia linfocítica crónica o linfoma progresivo".
Los trasplantes convencionales, que generalmente no se llevan a cabo en personas mayores de 60 años, implican el uso de altas dosis de irradiación corporal y quimioterapia para eliminar las células leucémicas; este tratamiento destruye la sangre y el sistema inmunológico y es mortal a menos que el paciente reciba médula ósea de un donante, o células madre aisladas de sangre periférica.
El minitrasplante, por el contrario, se basa en la capacidad de las células inmunitarias del donante para detectar y destruir el cáncer - sin necesidad de altas dosis de quimioterapia y radiación; las dosis bajas de radiación y quimioterapia requeridas se utilizan para suprimir el sistema inmune, en vez de destruirlo, lo cual ayuda al cuerpo a aceptar células madre de donantes, que luego atacarán a las células cancerosas y reconstruirán el sistema inmunológico.
En el estudio participaron 372 pacientes de entre 60 y 75 años. Los pacientes fueron tratados por leucemia aguda y crónica, linfoma, mieloma múltiple, síndromes mielodisplásicos y enfermedades mieloproliferativas. Además de la supervivencia y el impacto de la comorbilidad, el estudio examinó las tasas de recaída, la hospitalización, el efecto secundario más común del trasplante, y la toxicidad del tratamiento.
"Estos hallazgos deberían ayudar a incluir a los pacientes mayores con cánceres hematológicos en los protocolos de trasplante no mieloablativo", concluye Sorror.
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