sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Pereza o depresión?

En ocasiones se tilda de “holgazán” o “perezosa” a una persona que duerme muchas horas, puede pasar mucho tiempo en la cama, incluso despierta, se resiste a levantarse por la mañana, realiza a regañadientes sus obligaciones, está irritable, tiene un bajo rendimiento escolar, en el caso de los niños, o laboral o en el hogar, en el caso de los adultos.

Si a estos síntomas se añade, por ejemplo, falta de motivación, sentimientos de culpabilidad o desesperanza y pesimismo injustificados, lloro frecuente o bajo estado de ánimo, capacidad disminuida para disfrutar de las cosas habituales de la vida, alteración de las capacidades cognitivas como la memoria, la atención, la capacidad de concentración o cualquier otra función intelectual, u otros síntomas específicos, es posible que nos encontremos ante una "depresión".

Si por error tratamos de “perezosa” a una persona con una depresión, lejos de ayudarla, probablemente contribuiremos a hundirla más en su trastorno del estado de ánimo. Una persona deprimida normalmente no es capaz de salir por sí sola de su estado y necesita ayuda externa.

Es como si alguien que se encuentra dentro de un hoyo profundo, tira con sus manos de su propio pelo hacia arriba para salir del hoyo, lógicamente no lo conseguirá, será necesario que alguien desde fuera le ayude a salir.

En los niños, la depresión puede manifestarse por una conducta distinta a la natural, mostrando, por ejemplo, apatía, poca participación en actividades lúdicas (juego, columpios, actividades propias de su edad), miedo injustificado, apego exagerado a los padres, de los que no desea separarse. Pueden aparecer, entre otros, trastornos alimenticios o enuresis nocturna (mojar el colchón), como equivalentes depresivos.

En las mujeres la depresión es un trastorno más frecuente que en los hombres y parece estar asociada, en algunos casos, a variaciones hormonales, por ejemplo, en el nivel de estrógenos que se producen en el ciclo menstrual, en el embarazo y en el postparto o en la menopausia. No obstante, existen otras posibles causas de depresión.

Pese a que la depresión y los intentos de suicidio son menos frecuente en los varones que en las mujeres, la tasa de suicidio consumado es más elevada en los hombres, es decir, las mujeres amenazan más con suicidarse, sin embargo, los hombres lo consuman con más frecuencia.

En las personas mayores la depresión va asociada, entre otros factores, al deterioro físico, al padecimiento de enfermedades crónicas o invalidantes, al cambio de situación social y expectativas de vida o a la polimedicación, frecuente en los mayores, que en ocasiones provoca o acentúa una depresión como efecto secundario.

Cuando en nuestro entorno observemos a una persona “perezosa” convendrá descartar que se trate de una depresión o de otro trastorno médico o psicológico, como por ejemplo, una demencia en un anciano, o una enfermedad orgánica no diagnosticada.

La “pereza” no es propiamente un concepto médico sino un término utilizado en el lenguaje coloquial y en algunos entornos educativos y religiosos. Su valoración normalmente es despectiva o peyorativa y no considera aspectos médicos o psicológicos que podrían constituir la base del problema.

Por ello, ante una persona “perezosa” sería recomendable considerar tanto posibles causas médicas como psicológicas o sociales que pudieran estar contribuyendo al comportamiento inadecuado de un niño o de un adulto.

Si se sospecha una depresión u otro problema médico, psicológico o social, será recomendable acudir al especialista correspondiente, un médico, un psicoterapeuta, un pedagogo o un trabajador social, para tratar de hallar la fórmula más adecuada para resolver el problema y poder ayudar a la persona afectada, considerando las estrategias terapéuticas que hoy en día ofrecen los conocimientos científicos y profesionales más avanzados.

Podría estar indicado utilizar, según los casos, medicación, psicoterapia o medidas socioeducativas, entre otras alternativas. El tratamiento debería ser individualizado para cada persona, teniendo en cuenta sus circunstancias particulares.

Dr. Daniel Gabriel Calero

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