Los investigadores compararon factores del estilo de vida y el consumo de café en las mujeres con cáncer de mama y sin la enfermedad, que tenían la misma edad. En términos generales, descubrieron que quienes consumían café tenían una menor incidencia del cáncer de mama que las mujeres que lo bebían en raras ocasiones.
Sin embargo, los autores también descubrieron que varios factores del estilo de vida que afectaban a las tasas de cáncer de mama como la edad de la menopausia, el ejercicio, el peso, la educación y un antecedente familiar de cáncer de mama. Una vez que tuvieron en cuenta sus datos con estos otros factores, descubrieron que el efecto protector del café sobre el cáncer de mama era sólo medible en el cáncer de mama negativo al receptor de estrógeno.
Los investigadores explican que a menudo se vierte información conflictiva sobre los efectos beneficiosos del café. Al comparar los resultados del presente estudio con los de otra investigación alemana, los autores descubrieron que sus datos mostraban la misma tendencia pero que la relación era mucho más débil. Los investigadores sugieren que esto podría tener que ver con la forma en la que se prepara el café o el tipo de café preferido.
Es improbable que el efecto protector se deba a los fitoestrógenos presentes en el café dado que no existió reducción en la incidencia del cáncer positivo a los estrógenos en este estudio. Aunque es evidente que el café podría tener efectos beneficiosos para proteger a las mujeres del cáncer de mama negativo al receptor de estrógenos, se desconoce el mecanismo exacto y los componentes implicados y se sabe que no todos los tipos de café son iguales.
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