Los resultados de esta tesis doctoral, que son presentados este lunes por su autor principal, Remco Suer, en la Universidad Wageningen, muestra las opciones para interrumpir el método con el que estos mosquitos buscan a sus víctimas.
El mosquito de la malaria africana utiliza sus órganos olfativos --que son dos antenas, dos partes de la boca (palpos maxilares) y el probóscide-- para buscar la víctima de la que obtendrá alimento. Desde una distancia de varias decenas de metros, estos animales detectan el CO2 que forma parte del aire exhalado por los seres humanos.
Sin embargo, el mosquito de la malaria no sigue la pista del CO2 hasta su fuente, que sería la boca, sino que, en un cierto punto cercano a la fuente, cambia su rumbo y se dirige a los pies, que es su lugar preferido para picar.
Investigaciones previas a la de Suer, costeadas por la Fundación Bill y Melinda Gates, demostraron que la bacteria que vive en los pies humanos producen varios olores. Asimismo, identificaron diez olores de las bacterias de los pies que, cuando se ofrecían como una combinación, resultaban atractivos para este mosquito.
OLORES QUE BLOQUEAN LA RESPUESTA AL CO2
EL trabajo de Suer ha descubierto el mecanismo que hay detrás de esta conducta. Este investigador ha demostrado que nueve de estos diez olores son detectados por las neuronas olfativas presentes por debajo de las estructuras similares a los pelos de las partes de la boca del mosquito de la malaria.
Más importante, ha descubierto que cinco de los 10 olores microbiales eran capaces de bloquear la respuesta al CO2. Bloqueando la señal del CO2, el mosquito deja de orientarse al CO2 y dirige su atención a los pies.
Suer añadió CO2 adicional a los experimentos para simular aire exhalado. Una breve estimulación de un segundo con la mayor concentración de cinco olores de pies por separado provocó una completa inhibición de las respuesta al CO2 durante varios segundo.
Entre docenas de neuronas olfativas, sólo un tipo es capaz de detectar el CO2. Esta neurona olfativa es co-compartimentada junto con otras dos neuronas olfativas que están por debajo de estructuras similares a pelo, en la boca del mosquito.
Restringiendo las respuestas de estas neuronas olfativas, Suer fue capaz de determinar qué olores humanos detecta el mosquito hembra de la malaria. De los 10 olores microbiales descubiertos previamente, nueve provocaron respuestas en los tres receptores olfativos en las partes de la boca de estos insectos y cinco de ellos inhibieron la respuesta al CO2.
CONSTRUIR TRAMPAS DE OLOR
Inhibiendo la percepción del CO2 es posible interrumpir el método de búsqueda de víctimas del mosquito de la malaria. Dado que estos olores de las bacterias de los pies bloquean la respuesta al CO2 y al mismo tiempo, activan otras neuronas olfativas, es muy posible que estos olores causen el salto desde la señal a larga distancia del CO2 al lugar preferido del mosquito para picar, que son los pies.
Varios experimentos han demostrado que un conjunto limitado de estos olores bloquea el efecto del CO2 e incluso potencia el atractivo de un combinación atrayente de olores básicos. Esta circunstancia implica que estos inhibidores de CO2 no pueden ser utilizados como repelentes y desviar la orientación del mosquito.
Los olores que bloquean el receptor de CO2 pero activan otras neuronas olfativas, cambiando la orientación del mosquito de la malaria a otras fuentes de olor, tienen potenciales aplicaciones en sistemas de captura basados en el olor como barrera. Colocando barreras que liberaran estos inhibidores de CO2 se podría atraer el mosquito de la malaria hacia trampas de olor que contuvieran una mezcla de otros olores humanos atractivos para estos animales.
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