Según ha explicado el autor de dicho hallazgo, Ramin Ebrahimi, del Greater Veteran Administration Medical Center de Los Ángeles, este trastorno se ha considerado durante mucho tiempo "como sólo un trastorno psicológico o psiquiátrico", cuando "poco a poco se ha ido constatando que quienes lo padecen tienen varios problemas asociados".
Aunque el estudio no muestra que el estrés postraumático cause directamente enfermedades del corazón, sí sugiere que hay que preocuparse porque estos trastornos mentales pueden ser la punta del iceberg de una enfermedad más grave.
Según datos del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, uno de cada 30 adultos padece estrés postraumático en este país y, aunque en los veteranos de guerra se detecta en un porcentaje más elevado, también puede afectar a quienes sobreviven a una catástrofe natural o sufren cualquier tipo de acto violento.
Ebrahimi y su equipo analizaron a un total de 637 excombatientes de quienes se sospechaba que podían tener una enfermedad arterial o algún problema de corazón. Los veteranos tenía edad media de 60 años y en 88 casos se observaron síntomas relacionados con el estrés postraumático.
Los análisis revelaron que la mayoría tenía algún tipo de acumulación de calcio en sus arterias coronarias. Asimismo, el 75 por ciento de los afectados por estrés postraumático presentaban una reducción de sus arterias, en comparación con el 59 por ciento de los veteranos sin dicho trastorno.
Después de estas pruebas iniciales, los investigadores siguieron a los participantes durante una media de tres años y medio, un periodo en el que el 17 por ciento de los veteranos con estrés murió, frente al 10 por ciento en el grupo de veteranos sanos.
Este nuevo estudio confirma las conclusiones de investigaciones anteriores, asegura Joseph Boscarino, investigador del Geisinger Health System en Danville, Pennsylvania.
De este modo, hay estudios que muestran que las hormonas relacionadas con el estrés postraumático pueden afectar a la posibilidad de padecer enfermedades del corazón, o tal vez el comportamiento de estas personas, ya que presentan tasas más altas de consumo de alcohol y tabaco. Además, ciertos genes pueden influir en el riesgo de una persona a padecer ambas enfermedades.
Por ello, Boscarino propone que cuando se trate a un paciente con estrés postraumático se tengan en cuenta "no sólo los problemas psicológicos, sino las dolencias que pueda haber asociadas y pueden aparecer más tarde".
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