viernes, 30 de noviembre de 2012

CÓMO LOS NIÑOS SE VUELVEN ADICTOS DE POR VIDA A LAS MEDICINAS

En la controversia de los medicamentos, en lo que todos coinciden es que una vez que se toma la decisión de que el niño consuma pastillas, se tratará de una sentencia de por vida a los medicamentos.

¿Cómo fue que empezó la creencia en los padres de que los niños pueden desarrollar problemas tan graves que sólo tratamientos largos y caros pueden curarlos? De pronto muchos niños están ya aferrados a medicamentos muy fuertes que los mantendrán atrapados el resto de sus vidas.

A pesar de que sólo un niño de cada 10 mil o 30 mil padece formalmente esquizofrenia, hay muchos más que están siendo tratados. Esto es porque el mercado para las compañías no puede ser tan pequeño, así que deben promocionar creencias como: los síntomas de la esquizofrenia infantil incluyen “problemas sociales” e “ilusiones relacionadas a temas infantiles”, pero ¿entonces todo niño que juega con amigos imaginarios debe tomar pastillas?

Otro ejemplo: antes se creía que los niños eran emocionalmente muy inmaduros como para experimentar efectos depresivos, pero ahora sí se cree que los preescolares pueden sufrir de desórdenes depresivos mayores (MDD). Esto ha conllevado a promover una intervención temprana de los niños, tan temprana como incluso el periodo preescolar. Traducción: las ventas crecen si los niños son “diagnosticados” desde jóvenes. Esto afirma un artículo en Archives of General Psychiatry, escrito por Joan L. Luby de la Universidad de Medicina de Washington.

Muchos niños son tratados antes de que se obtenga un diagnóstico certero o antes de tiempo, desde que los primeros síntomas aparecen (y sin dar oportunidad a que los síntomas se vayan por su cuenta).  
En lo que todos los doctores sí coinciden en la controversia de los medicamentos es que una vez que se toma la decisión de que el niño consuma pastillas, se tratará de una sentencia de por vida a los medicamentos.

Precisamente por esto es aconsejable no apresurarse a tomar medicamentos, dice Mark Zimmerman, director de un hospital psiquiátrico en Rhode Island.

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