Se ha demostrado científicamente que el deporte y el ejercicio físico, realizados de forma adecuada y conforme a las necesidades de cada persona, tienen un efecto psicoterapéutico, favoreciendo nuestro bienestar físico y psíquico.
Como beneficio obtendremos una mejoría en aspectos puramente orgánicos como el metabolismo o el sistema inmunitario, pero también en aspectos psíquicos, como nuestro estado de ánimo o la sensación subjetiva de encontrarnos bien con nosotros mismos.
El cuerpo y la mente forman una unidad difícil del desligar, de tal forma que el bienestar del cuerpo repercute sobre nuestra mente y viceversa.
La utilización del ejercicio físico y del deporte como herramientas psicoterapéuticas atiende a varios objetivos, por un lado mejorar la percepción de nuestro propio cuerpo, pero, además, poseer un mejor control del mismo, es decir, de nosotros mismos como máquinas, en este caso, máquinas biológicas.
Al hacer ejercicio percibimos mejor algunas funciones vitales como la respiración o el ritmo de nuestro corazón. Además somos capaces de conocer mejor las limitaciones y barreras de nuestro organismo, mediante lo cual podemos controlarlo mejor, es decir, auto controlarnos.
A su vez, el ejercicio físico puede contribuir en determinadas circunstancias a relajarnos, a hacernos sentir mejor, liberándonos del estrés que en muchas ocasiones la vida diaria nos proporciona.
El ejercicio regular nos puede proporcionar un cierto ritmo, una periodicidad que puede ser de gran utilidad, particularmente en el caso de personas que puedan beneficiarse de una cierta rutina y de un cierto grado de programación y de estructuración en sus vidas.
Este podría ser el caso de personas inactivas o personas con problemas de conducta con un cierto grado de desarraigo o falta de actividad educativa o laboral, sin una guía u objetivos concretos a realizar en su vida.
El deporte realizado en equipo facilita a su vez la integración social. Requiere la participación conjunta con otras personas en una actividad que puede resultar educativa e integradora en la sociedad.
En estos casos, la organización o planificación de un trabajo en equipo o la participación en concursos o actividades con transcendencia social puede reportar un beneficio psico y socioterapéutico muy valioso.
Determinados trastornos como la obesidad, el insomnio o alteraciones cardiovasculares, entre otros, pueden beneficiarse de un calendario regular de actividad física.
El ejercicio físico, unido a determinadas técnicas de relajación, como la relajación progresiva muscular de Jacobson, el entrenamiento autógeno de Schultz u otras técnicas de relajación, pueden contribuir de modo muy eficaz para superar las incómodas consecuencias que el estrés cotidiano pueda aportar a nuestras vidas.
El ejercicio físico constituye a su vez una forma de comunicación en la cual juega un papel importante no sólo la comunicación verbal, sino también la comunicación no verbal, mediante la cual podemos en ocasiones comunicar estados de ánimo u otros mensajes significativos que pueden contribuir muy favorablemente a nuestro bienestar interior.
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