Alergia, el precio de la primavera
Todos los años, coincidiendo con el inicio de la primavera, cerca de siete millones de españoles se ven aquejados por la alergia. Una enfermedad que comúnmente se manifiesta en la persona que la padece mediante urticarias, obstrucciones respiratorias, asma, etc.
alergia
Agentes tan inofensivos para unos como el polen de determinados vegetales, caraterísticos del buen tiempo por alcanzar su máxima eclosión, un alimento o una simple picadura de avispa, se convierten en auténticos enemigos en el organismo de un alérgico, que reacciona a través de su sistema inmunológico "reconociéndolos" como agentes patógenos y desencadenando la sintomatología clínica.
En 1.500 cifran los especialistas o alergólogos las sustancias que pueden actuar como enemigas y, por lo tanto, posibles causantes de la alergia, una enfermedad que según éstos no es que esté de moda, sino que es una realidad que aumenta cada año y para la que la medicina trabaja con el fin de brindar una solución definitiva.
La alergia, una reacción anómala
El término alergia, apócope de las palabras griegas allos (diferente) y ergon (reacción) fue acuñado en 1906 por el pediatra austriaco Clemens Von Pirquet y su significado etimológico equivale de una manera sencilla a una reacción distinta, anómala.
Así, para los especialistas, una persona alérgica es aquella que reacciona de forma "distinta", patológica, frente a sustancias que son perfectamente tolerables por otros; tal reacción puede producir una alteración en cualquier órgano de su cuerpo. La alergia, en suma, es una hipersensibilidad, una respuesta anómala del organismo que se manifiesta en la piel, el aparato respiratorio o en el digestivo ocasionando auténticas sintomatologías clínicas.
En nuestro organismo, una de la partes fundamentales es el sistema inmunológico. Éste tiene como misión, primero, reconocer los agentes extraños que penetran en él para facilitar su destrucción, y posteriormente, valorar si lo que ha penetrado se trata de una agresión para determinar la magnitud de la respuesta necesaria ante dicho agente. En las personas alérgicas la respuesta, además de estar mal dirigida, es excesiva y desproporcionada.
El proceso alérgico se inicia cuando una célula fagocitaria o bacteriófaga capta un cuerpo extraño que ha entrado en el organismo y que va a producir la reacción alérgica. Este cuerpo extraño o antígeno se denomina en este caso alergeno. Inmediatamente se inicia la respuesta, es decir, la producción de anticuerpos dirigidos concretamente contra ese antígeno agresor.
El anticuerpo responsable de las reacciones alérgicas es la Inmunoglobulina E (IgE), que se une a las membranas celulares de los basófilos (un tipo de leucocitos) y mastocitos (células que se encuentran en la piel, mucosas, etc), dejándolas sensibilizadas contra las sustancias invasoras, de tal forma que cuando aparezcan de nuevo sean perfectamente reconocidas por ellas.
Éstas, en este caso, liberan rápidamente unas sustancias, histamina, prostaglandinas, badaquina, que son las que van a desencadenar y poner de manifiesto la enfermedad alérgica.
El contacto con el alergeno y los síntomas
Normalmente, el primer contacto del organismo con un alergeno no desencadena ninguna reacción, ya que es entonces cuando se inicia la formación de anticuerpos específicos encargados de luchar contra el invasor, por inofensivo que éste sea. Con el segundo contacto, la reacción y posterior manifestación alérgica ya suele aparecer.
En ocasiones esta reacción necesita de sucesivas invasiones de alergeno, hasta que el nivel de anticuerpos sea tal que la liberación de las mencionadas sustancias (histamina, protaglandias y badaquina) provoquen los síntomas alérgicos. Sin embargo, es infrecuente que, si en varios años no ha aparecido alergia alguna, ésta aparezca súbitamente. A no ser, que debido a cambios vitales esenciales la predisposición al alergeno sea nueva y, por lo tanto, positiva.
La investigación clínica aún no ha podido determinar por qué mientras a unas personas no les afecta la entrada de alergeno en el organismo, otras responden ante éstos de un forma desmesurada.
Esta respuesta de las personas alérgicas se traduce en:
* Rinitis (inflamación de la pituitaria)
* Asma
* Conjuntivitis (inflamación ocular)
* Dermatitis (inflamación de la piel)
* Sarpullidos
* Picores
* Diarreas
* Estornudos
* Mareos
* Cefaleas (dolores de cabeza)
* Urticaria (suele ser la manifestación alérgica más frecuente)
* "Fiebre del heno", otra manifestación muy frecuente, cuyos síntomas presentan conjuntivitis y catarro nasal acompañado de manifestaciones asmáticas. Esta enfermedad se encuentra favorecida por la polinización típica de la primavera.
En la actualidad, son muchas las personas alérgicas aquejadas de este tipo de dolencias, que además encuentran factores propiciatorios característicos de sociedades industrializadas como la contaminación y determinados malos hábitos alimenticios. Así, en opinión de especialistas "a mayor civilización, mayor número de alergias a mayor diversidad de sustancias".
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